Continuando con las ya habituales entregas veraniegas tituladas «Las piscinas en el arte» hablamos hoy de cine y de la interesante película El Nadador.
Basada en un breve relato del escritor John Cheever, El Nadador, es un film americano de 1968, dirigido por Frank Perry, y que trancurre en un barrio residencial de clase alta en Conneticut durante lo que parece ser un plácido domingo de verano.
Burt Lancaster, que contaba con 55 años en el momento de la grabación, es el protagonista de esta inquietante película en la que encarna a Ned Merrill, un atractivo ejecutivo de publicidad de mediana edad que se presenta en casa de unos vecinos vistiendo únicamente un traje de baño. De repente, Ned tiene la extravagante idea, ante el asombro de sus vecinos, de regresar a casa nadando a través de todas y cada una de las piscinas que hay en las lujosas mansiones del valle y que pertencen a los que él considera sus amigos . Todas estas piscinas forman imaginariamente un río imaginario al que bautiza como «Lucinda», en honor a su mujer.
La aparición de Ned Merrill en cada una de estas piscinas provoca en sus vecinos diferentes reacciones que empiezan en simpatía y hospitalidad y van pasando a convertirse en bienvenidas cada vez más frías hasta llegar a recibirlo con abierta descortesía y desprecio .
En cada una de estas piscinas vamos conociendo diferentes aspectos del pasado de este enigmático personaje y de su personalidad a través de lo que de él dicen sus vecinos.
Una reflexión sobre el hombre en crisis, excepcionalmente representado por Burt Lancaster, y sobre el mito del sueño burgués americano y una interesante colección de piscinas, desde bellas piscinas residenciales hasta atiborradas piscinas públicas pasando incluso por una piscina vacía.
Una inquietante película clásica que todo amante de las piscinas, y del cine, debería ver.